A pesar de llevar ya unos cuantos años enganchado a esto del running, todavía no me había atrevido a dar el gran salto al maratón. He competido en numerosas carreras de casi todas las distancias, pero tenía claro que para afrontar una 42K debía estar lo suficientemente comprometido y preparado.
La primavera pasada por fin me armé de valor y pagué la inscripción, dispuesto a entrenar con ilusión, disciplina y orden. Tras meses de preparación, superado el trabajo «de base», me acerco a la parte más crítica: diseñar una estrategia de carrera adecuada acorde con mis capacidades reales.
Este es el diario de preparación y reflexiones de Jacobo Martínez (responsable de RunManiac): Camino al Maratón Valencia Trinidad Alfonso 2014.
Entrenamiento del lunes 22 de septiembre
Estoy fuera de España, es lunes y me siento cansado. Tengo claro que no voy a entrenar. El plan del día es recorrer la ciudad y hacer algunas compras, aunque en lugar de coger el bus hasta el centro, optamos por ir a pie, por eso de compensar un poco los excesos alcohólicos y alimentarios. Como buen runner, pienso que andar a ritmo vivo será una buena forma de descanso activo (ejercicio suave para evitar la inactividad total).
Al final 6 kilómetros de ida y 6 de vuelta, que serían muy buenos de contar si no fuera porque acabamos comiendo en un Burguer King. A la mierda el descanso activo, hola grasas innecesarias (pero muy ricas). Rematamos la jugada cenando en Domino’s Pizza. Está visto que fuera de España, eso de la dieta mediterránea es para raritos.
Reflexión: Cuando uno va de viaje todo está permitido. Por un lado, queda tremendamente ridículo decir «yo de eso no como, que estoy con mi dieta del maratón», y por otro, sientes que para una vez que sales fuera, no vas a estar contando calorías o grasas. Lo malo es que entre autoindulgencias y homenajes, al terminar un viaje casi todos volvemos a casa con algún que otro michelín fantasma (ese que aparece por sorpresa al cabo de 3 o 4 días).
Entrenamiento del martes 23 de septiembre
Otro día sin entrenar. Toca hacer la maleta, coger el bus, ir al aeropuerto y volar de vuelta a casa. Son cosas que se dicen rápido, pero que se hacen ciertamente largas. Dos horas aquí, una allá, tres volando, y cuando te das cuenta has consumido el día entero en viajar. Un planazo. Llego a casa tremendamente machacado y me meto en la cama antes de las 23:00h.
Entrenamiento del miércoles 24 de septiembre
Suena la alarma a las 4:50h. Alegría e ilusión (más bien poca). Tengo que hacerme a la idea de retomar la marcha. Después de 5 días completos sin entrenar, he relajado mis costumbres. Sé que si hoy me concedo otro día de descanso mañana será aún peor. Me siento pesado.
Reflexión: Por alguna razón, cuando hacemos ejercicio regularmente, el cuerpo nos pide más, y cuando nos acomodamos al descanso, nos dice que tranquis, que no hay ninguna prisa, que mejor un donut. Misterios biológicos.
Pues nada, café con leche, tostada de aceite, zapas, reloj gps, riñonera, móvil y llaves. ¡Alehop!, calentando 1 km hasta el antiguo cauce del río Turia y sin rechistar.
El domingo compito en el Gran fondo de Paterna (15K), y no sé exactamente cuál es mi estado de forma después de tantos excesos. Me planteo correr los primeros 2 kilómetros a un ritmo «tranquilo», y luego, si me veo bien, haré un TEST 15K en zona 4 , es decir, sin pasar de 160-165 ppm.
Primera sorpresa: cinco días haciendo el zángano, lejos de desentrenarme, me han venido bien para recargar las piernas, porque me noto fuerte. Bajo a 4.30 sin darme cuenta.
Reflexión: Últimamente intento no mirar el reloj GPS demasiado, porque si lo hago me condiciono negativamente. Igual voy cómodo a 4.25, respirando bien, con una buena cadencia de zancada, postura erguida y un movimiento de brazos relajado, y en cuanto miro el reloj, ZASCA, mi mente piensa «joder vas rapidillo eh, ni te habías dado cuenta bribón, a este ritmo te vas a quemar». E inmediatamente parece que me cuesta más. Es como un efecto nocebo.»
En lugar de revisar constantemente mi ritmo medio, reviso mi frecuencia cardíaca para mantenerla estable. Intento empezar los primeros kilómetros a 145 – 150 pulsaciones, y luego ya, dependiendo de la carrera subo a zona 4 o 5. Si es un rodaje extensivo, intento que salga una gráfica plana. Aunque como la mayoría de populares, muchas veces me pierdo en aumentos de ritmo bruscos y acabo hipotecando el entrenamiento del día posterior.
Pero volvamos a los jardines del río Turia. Llevo 3 km y el cuerpo me pide marcha. Cuando me doy cuenta voy a 4.05, pero sigo más o menos bien de fuelle y de piernas. Así que decido continuar a ese ritmo y paro el crono en 1 hora y 6 minutos exactos. Tengo miedo de haberme excedido con el ritmo y pagarlo caro el domingo, pero he acabado con buenas sensaciones. Estiro un poco, y de vuelta a casa enfriando.
Entrenamiento del jueves 25 de septiembre
La rutina de siempre. Madrugar a las 5:00h, desayunar, bajar al perro, y salir para el río. Tengo previsto hacer un 2 x 10.000, el primero sostenido a 150 ppm, y el segundo algo por encima de 160 ppm. Me quedo con una media de 4.25 y 4.12 respectivamente. Termino haciendo unos (pocos) abdominales.
De nuevo buenas sensaciones, empiezo a notar los efectos positivos del trabajo con series este verano, y creo que el aumento de kilometraje está dando sus frutos. Ahora mismo 4.30 es un ritmo que mantengo con extrema facilidad.
Entrenamiento del viernes 26 de septiembre
Descanso.
Entrenamiento del sábado 27 de septiembre
Estoy apuntado al grupo de entrenamiento y orientación Al maratón con Serrano, y no me lo quiero perder. El primer día nos explicaron los errores al preparar un Maratón. Muy recomendable ver este vídeo.
Voy trotando suave hasta las pistas de atletismo, donde está José Garay entrenador de Cárnicas Serrano (el del vídeo), junto al gran atleta olímpico Nacho Cáceres.
Tras la ronda de ruegos y preguntas, Garay organiza un grupo de rodaje suave para los que competiremos en Paterna, ya que no debemos quemar en exceso. Terminamos con unas progresiones de 60 metros, y luego dedicamos 15 minutos a estirar. La mayoría estamos muy verdes en estiramientos; más que atletas parecemos una pandilla de contorsionistas escayolados.
Competición del domingo 28 de septiembre
Me encuentro bien físicamente, animado a correr a tope, y estoy convencido de que puedo rebajar el 1:02:42 que conseguí en la 15K nocturna de Valencia, aunque voy avisado de que Paterna es una carrera bastante dura.
Mi estrategia de carrera consistirá en hacer los 5 primeros kilómetros a 4.20, un ritmo aeróbico fuerte, para luego apretar a 4.10 hasta el km 10, y acabar los últimos 5 kilómetros dándolo todo, es decir, muriéndome en umbral anaeróbico.
Dan el pistoletazo de salida, y salgo como un miura a 4.00. Pienso para mis adentros «tú verás chaval, si eres tonto al menos que nadie te lo note». Y es que cuando ya tienes algo de experiencia, sabes que si sales demasiado rápido, el kilómetro 5 es un buen indicador de lo que te espera.
Km 5: miro el pulsómetro: marca 165 ppm y en ocasiones hasta 168. Mala señal, voy demasiado revolucionado para aguantar otros 10 kilómetros de subidas y bajadas a ese ritmo. Me doy cuenta de la situación, y como no quiero pinchar, aflojo en 10 segundos. Eso me permite aguantar el tipo hasta el km 8, sabiendo que a partir de ahí las cuestas son descendentes, y puedo aprovecharlas para soltar pierna, descongestionar pecho y recuperar tiempo.
Una vez llegado al kilómetro 12 empiezo a pensar que esto no se acaba nunca, y que por qué me metí en el running, y que para qué cojones quiero un blog, y que a quién quiero demostrar qué y que todo es una mierda. No es una pájara total, es mi cerebro interpretando negativamente las señales de agotamiento.
En realidad, me doy cuenta de que bastará con que me mantenga a 4.10 – 4.15 para conseguir mi mejor marca personal, y eso implica que incluso puedo permitirme aflojar ritmo. La nube negra de pensamientos negativos desaparece, y en ese momento todo el esfuerzo recobra su sentido. Pero como soy absurdamente competitivo, empiezo una huída hacia adelante casi sin aflojar, que me lleva a meta con una MMP de 59:19 (el de rojo en la foto de abajo soy yo).
Pensaba que si bajaba de la hora en 15K me emocionaría mucho al pasar el arco de meta, pero sorprendentemente acabo con tranquilidad. Quizás no he forzado tanto como creía. Apenas me siento cansado, no tengo quemazón en el pecho, ni necesidad de estar tres horas jadeando en la zona de avituallamiento.
Y esta fue mi semana de entrenamiento de finales del 22 al 28 de septiembre, camino hacia el Maratón Valencia Trinidad Alfonso.
Puedes seguir leyendo la segunda parte: Camino al Maratón Valencia Trinidad Alfonso 2014 (2).